Libremente decidí ser un pájaro sin alas, como esas gallinas cluecas que en el gallinero esperan a que les quiten los huevos que nunca podrán incubar.
Esos huevos son los proyectos que no pueden aflorar en esta mente tantas veces bloqueada por la resignación.
Cuando, por algún motivo ( o sin tenerlos) esos huevos eclosionen seré la persona más realizada de este planeta.
Es divertido creer que la motivación vendrá en cualquier momento, y no pensar que la tiene que buscar una misma.
Los anuncios de televisión intentan convencerme de que compre cosas para ser más feliz, cuando lo que necesito no lo tengo que buscar ahí fuera, sino que está en mí.
Un día, la lechera del cuento dejará de ser torpe y podrá llevar a cabo sus faenas sin romper el cántaro.
Para entonces Pulgarcito habrá conseguido, pese a su ínfima estatura, labrarse un puesto como importante catedrático en Oxford. Y Blancanieves ya no morderá nunca más la manzana de la bruja para después esperar al hortera del príncipe.
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